domingo, 17 de marzo de 2013
A 38 AÑOS DE LA MUERTE DE ORLANDO
por José Tavarez
El 17 de marzo de 1975, en los alrededores de la UASD, fue asesinado Orlando Martínez. Eran tiempos difíciles los que vivía la República Dominicana, donde la violencia de estado estrechaba el ámbito de las libertades públicas, mientras que los grupos revolucionarios luchaban por un nuevo orden político, social y económico.
Militares, policías y fuerzas irregulares al servicio de las clases dominantes, no daban tregua a los grupos contestatarios ya fueran éstos obreros, campesinos o estudiantes. Eran los años en que los procesos electorales se convertían en farsas truculentas y los derechos fundamentales estaban conculcados.
Pero el pueblo dominicano nunca cedió, no estaba dispuesto a regresar al oscurantismo trujillista del que había salido. Eso lo entendieron hombres como Orlando Martínez, quienes decidieron arriesgar su propia vida, con tal de romper con el cerco que se le estaba tendiendo, especialmente a la juventud.
A Orlando lo amenazaron e incluso trataron de ganarle para aquella causa de lesa patria, pero solo pudieron doblegarle con la muerte. No sabían aquellos verdugos de la esperanza que el juicio de la historia es ineluctable, y que más temprano que tarde se descorrería el velo de la ignominia para mostrar la ruindad de sus actos y su pobreza de alma.
Orlando, símbolo de la resistencia y el valor, debe ser reivindicado erigiendo su Museo Memorial en Las Matas de Farfán, pero más que todo, preservando y ampliando las libertades por las que luchó. A él la gloria eterna y que la llama de su recuerdo nunca se apague. Para sus asesinos, materiales e intelectuales, la anatema por los siglos, que sus nombres sean borrados para siempre y la afrenta acompañe su memoria.
Grande eres Orlando Martínez, por eso, en el 38 Aniversario de tu vil asesinato, te saludamos con los versos del gran poeta nuestro, Manuel del Cabral (Aire durando):
¿Quién ha matado este hombre
que su voz no está enterrada?
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...
Este sudor... ¿por quién muere?
¿Por qué cosa muere un pobre?
¿Quién ha matado estas manos?
¡No cabe en la muerte un hombre!
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...
¿Quién acostó su estatura
que su voz está parada?
Hay muertos como raíces
que hundidas... dan fruto al ala.
¿Quién ha matado estas manos,
este sudor, esta cara?
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Gracias por reproducir nuestro artículo. Reciba nuestros afectos.
ResponderEliminarJT