La piñata
"Es
mejor enseñar a pescar que regalar un pez."
Este proverbio chino no se
ajusta a la mentalidad de muchos diputados dominicanos. Ellos piensan
que en las dádivas y limosnas que esclavizan, está la solución de la
pobreza y miseria en que todavía viven tantas familias dominicanas. Se
olvidan que estas acciones lo que hacen es fomentar un clientelismo que
se vuelve piedra en el camino impidiendo el libre tránsito hacia la
dignidad humana.
Cuando aún queda el sabor amargo de las
habichuelas con dulce de Semana Santa patrocinadas por los legisladores,
nos sorprenden ahora con los regalos a las madres, gastando en esta
acción 176 millones de pesos. “Eso lo hacemos porque tenemos un pueblo
hambriento desgraciadamente’’, así lo justificó uno de los miembros de
ese cuerpo legislativo.
El mantenimiento de esa práctica debería
provocar vergüenza y hasta sentimientos de culpabilidad en nuestros
políticos, porque no se entiende que esta democracia que vivimos sólo
sirva para expresarnos sin temor a represalias, y que quienes nos han
gobernado no hayan sido capaces de sentar las bases de una justicia
social que nos lleve a ocupar sitiales más honrosos en los indicadores
de salud, vivienda y educación, dentro del panorama de los pueblos
latinoamericanos. Legislar, fiscalizar y representar a los dominicanos
son las funciones esenciales de ese poder del Estado. Entonces, ¿por qué
han desnaturalizado esta hermosa misión que debe ser asumida con
sentimientos patrióticos?
Los integrantes de la Cámara de Diputados están deteriorando su imagen, que había mejorado en algunos aspectos.
Albergamos la esperanza que vuelvan a retomar el rol para el cual fueron electos, porque continuar haciendo de los fondos públicos una piñata duele, y más cuando hay tantos dominicanos que están viviendo en condiciones de extrema pobreza.
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